lunes, 19 de noviembre de 2007

romanzacercadelamomificaciondeideasMachupichu

Era una enorme, imponente
necrópolis, donde los incas eternizaban
su pasado en los cuerpos
momificados de sus jefes.

Entre otros rituales, para garantizar la victoria,
los incas llevaban a sus frecuentes
interminables guerras de conquista
a sus ancestros disecados.

En el imaginario colectivo, la momia
que recorría los campos de batalla
no funcionaba al simple nivel simbólico de un talismán.

En la confusa realidad de los combates
de aquellos tiempos inmemoriales, la presencia
del emperador era un hecho real.
La eficacia del sistema incaico
dependía de que a Machupichu, ciudad real,
sólo accedieran ciertos elegidos.
De manera que pocos sabían de la existencia
de los poderosos. A medida que los jefes morían, en secreto
almacenaban momificados sus cadáveres,
para utilizarlos en el bien del pueblo,
según las conveniencias. Así la gran metrópolis,
se convirtió en necrópolis,
como recurso defensivo contra sus enemigos.

En las cosmovisiones precolombinas no existía
diferencia entre el mundo de los vivos
y el de los muertos. La noción de la muerte,
el trasmundo, es una comprensión
reciente en la historia. La escisión
coincide con la época de cuando la especie
humana comprendió que el tiempo
(relacionado con la memoria, el pasado, los ancestros)
trascurre en el espacio (la actualidad,
los vivos) y no a la inversa.

Fue por entonces que de entre las castas religiosas aparecieron los teólogos.
Subcasta intelectual designada por el poder para encontrar
los mecanismos de eternizar ideas,
tras la desaparición física de su generador, el jefe
divinizado. El trabajo de los intelectuales incas,
complementario a la perpetuación del cuerpo físico
de los líderes, consistió en crear y sostener la metafísica,
vitalizar de tal forma las ideas que sostenían el imperio,
para que lo sobrevivieran. En cierta forma los ideólogos,
los intelectuales, fueron más eficientes que los taxidermistas.
Cuando los incas dejaron de momificar a sus jerarcas,
desfuncionalizando a Machupichu, las ideas de su pueblo trascendieron,
serpenteando dentro del imaginario
colectivo, vulnerando los tiempos.

Liz@Jac
lametatranca

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