lunes, 8 de septiembre de 2008

CRÓNICA DESDE LA HABANA


Un letrero en Camagüey (Cuba) yace en el suelo, víctima de un clima adverso. (Foto: AP)
Actualizado lunes 08/09/2008 21:49 ( CET )


Entre el mar y la pared




WENDY GUERRA
LA HABANA.- Aquí estoy, entre el mar y la pared. Entre cristales de una gran pecera que deja ver lo que el viento arrastra. Se lleva la escenografía de una obra que intenta reponerse.
Veo-veo: Un cuadro del artista cubano Gustavo Acosta, fotos movidas por la tormenta insular, barcos paseando por la ciudad inundada. Antenas, papeles ajenos, periódicos viejos, noticias que ya no sirven de nada. Tanto llanto y tanta angustia para que ahora todo se lo lleve el viento.
Vivo en un iglú cubano desde donde se puede ver el mar. Ese respaldo de agua, ese puente ancho para respirar, camino blando de espuma y lágrimas de sal.
La gente hace largas colas para comprar comida. Van con el ceño fruncido y te hablan brevemente; es un haiku, un lamento pequeño lo que se escucha, la radio te mantiene alerta.
—Mi familia de Pinar lo perdió todo. (Escucho decir a mi costado)
¿Qué es todo? ¿Qué es tener, poseer, aferrarse? Me pregunto mientras cargo con algunos plátanos pintones.
¿No estamos en la isla de la alegría? Llorar y bailar. ¿Llorar lo perdido hace unos días, esperar bailando lo mejor?
El periódico de hoy anuncia que sube el precio de la gasolina. Cambio las estaciones, otra vez la música y la advertencia. El recorrido del 'meteoro'. Aviso: Si sale al mar recobra fuerzas. Si sube por la isla devasta lentamente.
¿Qué nos parece mejor? Mi alegría puede ser la desgracia de otros.
Amigos artistas se organizan para enviar objetos de primera necesidad a la Isla de la Juventud y Pinar del Río. Cuando todo pase en La Habana haré otra recogida, guardo muchas cosas que no uso. Por el momento éstas van rumbo a Occidente, como la ruta del huracán.
Cierro los ojos y recuerdo 'la tormenta del siglo'. Las horas en la Escuela de Arte, acostados todos juntos. Literas sitiadas por goteras. Usábamos la misma ropa interior húmeda, el mismo cepillo de dientes, las camisas de los varones. Cambiamos leche condensada por cigarro fuerte. Tocábamos rumba en los cajones mientras 'El fenómeno' nos hacía cómplices. ¿Dónde están aquellos que una vez pasaron todo esto conmigo?
¿He vivido siempre en la contingencia? ¿Cuántos ciclones han pasado por mi vida desde 1970? ¿Vivieron mis padres esta misma guerrilla desde que se conocieron?
Campismos, evacuaciones, permutas, movilizaciones, entrenamientos, escuelas al campo; Vivir de Paso.
—Hoy no, mañana veremos.
Los amigos que están a cargo de los recorridos se deprimen y llaman diciendo: ¿Cómo pueden ayudar? Los que no quieren saber ya nada de nada, cierran las ventanas para olvidar, olvidar de una vez lo perdido o lo que estamos por perder.
Lista de acopio para el huracán:
Agua potable.
Alcohol, fósforos, velas.
Reverbero, mecha nueva.
Pan tostado.
Latas de carne rusa-argentina.
Latas de atún o cualquier pescado.
Huevos duros.
Alguna fruta o jugo.
Medicinas.
Utensilios para sacar el agua.
Sogas, alambres, destupidores.
Radio de pilas. Baterías recargables.
Y un buen libro: ¿Cuál elijo esta vez para el ciclón?
Llamo a la madre de un amigo que está lejos. Pregunto si bajarán del piso 13. Ella cuelga, ya sé la respuesta. Para algunos es tarde, irse no tiene sentido.
Poco a poco veo encresparse el mar. Porque el mar sí anuncia, siempre avisa.
Yo también hablo en monosílabos: Ni soy valiente, ni tengo interés en ser valiente frente a un Huracán fuerza 1. 2. 3. 4... mi horror es directamente proporcional a la categoría del huracán.
Recuerdo ahora cuando presentaba programas infantiles en la televisión cubana y pedía calma, no pisar cables caídos, no salir a la calle. Estar atentos a los partes meteorológicos y a las órdenes de La Defensa civil con traje militar.
¿Dónde está mi calma ahora? Quiero salir corriendo. El teléfono funciona, es un lujo. Aún hay electricidad y gas. Comienza: "El arte de la espera".

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