martes, 12 de febrero de 2008

Dice corazon de jesus.

Oye contagiosa, nunca había oido hablar de Manuel Pérez-Beato ¿Quién es¿ Un mártir?



Dice La Contagiosa de Centro Habana.

No voy a responderle a cheo sus ataques. No soy jinetera, pero si lo fuera, mis razones tendré. Y él sabe de qué hablo. Todos los cubanos saben lo que se pasa aquí para comer decentemente. Pero sí, tiene razón, los cubanos leímos a Martí mucho después de su caída en Dos Ríos de Contramaestre. Uno de sus textos fundamentales, el Diario de Campaña permaneció secuestrado y mutilado casi medio siglo, en casa de Máximo Gómez. Para las generaciones que lo acompañaron en su gesta, el pensamiento del apóstol era más que enigmático, prácticamente desconocido. Su obra periodística se publicó en su totalidad fuera de Cuba, su poesía en Estados Unidos de América.




Dice Luz del norte

La candela es mas grande, la salida de Carlos le ha costado el puesto a mucha gente, porque su mujer salio de cuba como artista plastica y divcen que Raúl pidió un informe sobre el asunto…
Dice el emigrante
Respeten para que los respeten. Si no saben guarden sus opiniones en mejor lugar donde no les de el sol ya saben donde, el asunto es que Susana tiene una hija enferma y se qwuedo en Miami para cuidarla. No saben lo que hablan.



Dice robin hood

Sí, que se callen las defensoras de el Prieto ese, el asunto es que allí ya empezaron otra vez los apagones y Carlos y Suisana quieren que los vean y ganar billete…

Dice Cheo, el balsero.

No hablen tanta basura, no se hagan las finas, las dos devben ser un par de jineteras de Monte y Cienfuegos, no se hagan las de la “curtura” ¿Qué tanto lío? desde siempre lo que vale y brilla se ha ido de Cuba, ¿Qué me dicen de Saco, Varela, Martí…? Mejor ni hablar de eso...



Dice La Contagiosa de Centro Habana.

No obstante, quien relee esta historia nuestra, entre nombres vacíos y definiciones huérfanas, cadáveres sospechosos y grandes batallas contra insignificantes cuarteles serranos o tropas inermes enfrentando portentosos ejércitos realistas y/o (in)constitucionales, encuentra sospechosos huecos, traicioneros baches, misteriosas personas que estuvieron y no están. Aunque generada quizás desde el poder que decide en la isla los destinos de la cubanidad, esta conducta controla lo cubano, donde quiera que exista. Cuba está marcada por la escisión, fantasma que debemos controlar si no queremos convertirnos en una nacionalidad esquizofrénica. En lo fundamental, la tendencia a la exclusión debida a estados de conciencia (pre)domina en ambos lados del estrecho de la Florida y en los muchos otros lados que conforman la nación de hoy. Es como si la Corriente del Golfo, que ha existido desde antes de que alguien definiera la cubanidad, desde 1959 se lo llevara todo, junto a los náufragos que no devoran los tiburones, al Polo Norte, como dice Octavio, mi amigo de Miami. Un universo raro y excéntrico es el arte cubano de hoy.




Dice Longina Seductora del Vedado.

Hoy no es así. Tras unos primeros treinta años, y sobre todo en los 70, después del Congreso de educación y Cultura, en que los artistas emergentes producían para el consumo casi exclusivo de su pueblo, hoy en día la actividad artística se destina, en lo fundamental, a tributar mercados exteriores. Los más importantes artistas cubanos trabajan para su pueblo después de concluir sus “compromisos” en el extranjero, por lo general comerciales y sus obras dependen de las demandas del mercado foráneo. De manera que aunque sus autores residan en la isla y sean admitidos como artistas “made in cuba” su obra es casi en su totalidad exiliada. Es más, muchos de los que emigraron en la década de los 90s son admitidos dentro del repertorio nacional aunque nadie haya visto, escuchado o leído sus producciones. Casos sobran y no vale la pena citarlos. Esta situación ha convertido a la cultura nacional en una compleja madeja de deserciones, exilios, “inxilios”…que, como dice el ministro Prieto, resta importancia al lugar donde residen los artistas.



La Contagiosa de Centro Habana.

Un amigo, desde Miami, me comenta, vía email, que las deserciones del presentador de televisión Carlos Otero, la actriz Susana Pérez, los músicos de Tres de La Habana, algunos miembros del Circo y el Ballet Nacional y Español de Cuba, unida a las opiniones de Silvio Rodríguez, Leonardo Padura y otros… abren una duda razonable sobre la adhesión de los artistas e intelectuales al sistema cultural imperante en la isla. En contraposición a este criterio, para Abel Prieto, ministro de cultura, en La Habana, al referirse a las deserciones (y los desertores) dijo que, en su opinión, tienen un valor relativo para la cultura cubana. “No creo que realmente la cultura cubana tenga que inquietarse por eso, yo, por lo menos, pienso que, no le doy la menor importancia a eso”, dijo Prieto. Yo coincido con el ministro, estimo que el siemple hecho de que la gente se vaya para donde le de la gana no afecta a la cultura nacional, como no alteró la cultura estadounidense que la Lost Generation se reuniera en París y no, por ejemplo, en New York. Pero mientras leía su declaración yo pensaba en el fantasma de Manuel Pérez-Beato; porque, como las deserciones han tenido la cuestionable virtud de borrar de la historia a quienes deciden asumirla, ni la posición de mi amigo ni la del ministro tienen una validez absoluta, aunque fundamental, porque el vacío que en su momento artistas como Celia Cruz, Martha Pérez, Xenaida Manfugás, Olga Guillot o Jorge Ezquivel o intelectuales como Jorge Mañach, Herminio Portel Vilá, Lydia Cabrera, Guillermo Cabrera Infante o Levi Marrero, dejaron en la generación que hizo la Revolución no lo pudo suplir con nada. Por entonces los desertores abrían vacíos insondables en la historia del arte, que la política cultural del gobierno cubano no ha logrado “rellenar” con sucedáneos más o menos semejantes.

Liz & Jac

fotos Pucho

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