El cuatro esquina a la mano
En realidad, el título que encabeza este escrito, porque aún no podría saber si llegue a ser un ensayo, responde a un juego de palabras, que a ciencia cierta, cada uno es una forma de diferenciar dos juegos populares que remedan al baseball profesional en nuestro país. ¨La mano¨, es una variante de lo que hemos llamado Ël cuatro esquina¨.
Según me cuentan algunos vecinos de edad avanzada, por allá por los años treinta y cuarenta y tantos, se jugaba con pelotas de cajetillas, es decir, existía por aquel entonces un tipo de caja de cigarros de marca ¨Partagás¨, que se abría a la mitad y se empezaba a rellenar con papel periódico hasta alcanzar la redondez necesaria y convertirla en un objeto redondo que pivoteaba y saltaba perfectamente para ser bateada con la mano, después de alcanzar la perfección, se entizaba con un esparadrapo de farmacia y a jugar. Uno de los que entrevisté era de la zona de Zulueta en Villa Clara y me dijo que ya muchachones con veinte años empezaban a jugar a partir de las once de la noche al lado del cine de su pueblo que por cierto también se llamaba Zulueta, otro, dice que jugaba en el parque Ignacio Agramonte de Camaguey. También cuentan que gracias al resultado del material que conseguían, existían entonces diferentes reglas en lo que aspecta a la posición de la mano, y de los cuales se alcanzaban éxitos o derrotas si esta se encontraba abierta o de lado, el puño cerrado o solamente con los dedos recogidos. Cuenta la leyenda, que la pelota llegaba a tener tanta calidad que era irrompible, y dicen otros que muchos de estos partidos se jugaba al dinero y como siempre a veces la cosa Coria cierto calor que podía llegar a reyertas y broncas. Anoche nos contaban que en los barrios mas apartados donde había segregación y abundaba gente marginal, los negros ponían los cuchillos debajo de las bases por si había piñasera. Con el dinero no se juega.
Así, disímiles zonas o barriadas podían crear sus pequeñas reglas pero sin afectar la esencia del juego. Dentro de este, surgían variaciones como el taco, la chapita, el pisa y corre, que consistían la mayoría de las veces en un pedazo de palo de escoba como bate, con un taquito de madera serruchado o la tapa de una botella ya fuera cerveza o refresco, jorobada para crear efectos en los lanzamientos del pitcher, los entendidos usualmente vaticinaban, si eres capaz de batear la chapa cuando cojas una pelota de verdad, eres un mostro. Detrás del bateador se dibujaba con tiza o con cualquier piedra encontrada por ejemplo en el piso o en la calle, un recuadro donde marcaba la zona de strike. Si pasaba el taco y daba en el recuadro, pues ya era out y perdías una oportunidad, si bateabas fuera de los límites pues era foul y también era out, casi siempre se jugaba solamente con dos bases, es decir, primera y segunda. Actualmente se mantienen las mismas reglas.
En nuestro juego de la mano, básicamente se emplea cuatro bases pero sin jugada en la segunda, solamente un hombre cubre primera y después el short-stop, un centerfield, tercera y a jugar…. No se utiliza catcher porque los mismos jugadores se corren hacia home u otras bases según exija el proceso de la jugada. El bateador solo puede dirigir la pelota entre segunda y tercera base apelando que la segunda queda vacía porque el bateador queda demasiado cerca del que va a estar cubriendo, ah… además no valen bolas altas por encima del que se encuentra al campo porque si no es out y quedas fuera de las posibilidades de avance.
Hay algo que no debemos olvidar, el niño y adolescente cubano crece utilizando un lenguaje que se mezcla constantemente con el inglés producto de que este deporte cobra su mayor fuerza en los Estados Unidos de Norteamérica, así se produce una suerte de espanglihs que los cubanos dominamos a la perfección. Como ejemplo tenemos el tubey mal pronunciado que en realidad es two bases, al safe le decimos quieto o seife, al hombre detrás del bateador le decimos kecher y es catcher, y así hay un sinnúmeros de palabras que adoptamos a nuestra manera de entendernos.
Lo que si es cierto, es que es el deporte callejero esencial con que crece el niño cubano y todavía los que tienen cuarenta si le aprietan el zapato, sueltan todo lo que están haciendo y se entregan como si tuvieran doce años por que es como volver a un pedacito de esa edad despreocupada que no te importaban los horarios ni los compromisos con nadie ni contigo mismo, era la fiesta no comprometida con nada, era el espíritu a riendas sueltas y a dar gritos, a brincar, a saltar, y a reír y todo lo inconmensurable que tiene el ser humano. ¿Por fin esto fue un ensayo?
Jose Alfredo Hevia.
foto: Alejandro Sainz